viernes, 26 de agosto de 2016

Chocolate, café, té y otros estimulantes (II) IV: Historia del té


Chocolate, café, té y otros estimulantes: bebidas energéticas avant la lettre (II) IV: Historia del té

Eduardo López Briz* y Ricardo Giner García**
*Servicio de Farmacia. HUP La Fe (Valencia). CASP España **CC Adicciones (Valencia)


La tradición atribuye el descubrimiento del té al emperador chino Shen Nung, en el 2.737 antes de Cristo, que de manera casual tomó la bebida resultante de hervir las hojas de un árbol entonces desconocido en agua y la encontró agradable. Sin embargo, los primeros testimonios escritos del uso del té como bebida no aparecen hasta el siglo IV de nuestra era, también en China. Probablemente en esa época ya era consumido también en Assam, en la India. En el siglo IX llega a Japón pero no fue hasta finales del siglo XVI cuando empieza a conocerse en Europa a través de los relatos de un veneciano, Gianbattista Ramusio. En 1636 el primer té es bebido en París. Diez años más tarde, la East India Company envió 90 g de té al rey Carlos II de Inglaterra y en 1657 abre en Londres el primer establecimiento público en el que se servía té, iniciándose así un largo periodo en el que las historias del Imperio Británico y de la popular bebida caminarán paralelas (Wang, 2011). A principios del siglo XVIII, todo el té que se consumía en el Reino Unido provenía de China, por lo que la balanza de pagos británica se inclinaba ostensiblemente a favor de este último país. Con el fin de compensarla, se inició un plan para hacer a los chinos consumidores (y adictos) al opio que se producía entonces en la India, colonia británica. Las autoridades chinas, viendo los estragos que causaba el opio en la población, confiscaron en 1839 un cargamento en el puerto de Cantón, a lo que los ingleses respondieron con la fuerza, iniciando así una de las cuatro Guerras del Opio. Sin embargo, el ocaso del té chino ya se perfilaba; hacia 1830 se inicia el cultivo del té en Assam, Darjeeling y Ceilán, y la India se convierte en la primera potencia productora de un té ya genuinamente británico y cuyos beneficios revertían directamente en la Corona (Bond, 2012; Lewin, 1998). En 1650, el gobernador de Nueva Amsterdam, Peter Stuyvesant, ordenó que se enviara el primer cargamento de té a los colonos de lo que hoy conocemos como Nueva York. La introducción del té en América, aunque sometido a impuestos muy elevados, fue seguida de una gran difusión entre los ingleses que poblaban las colonias, sobre todo en Boston. En este lugar, y para protestar por los altos aranceles que la metrópoli imponía, en 1773 un grupo de colonos disfrazado de indios arrojó al agua un cargamento de té que se hallaba a bordo de unos navíos de la East India Company, fondeados en el puerto, iniciando así lo que acabaría siendo la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América. Tal vez por ello, y a diferencia de lo que sucede en otras antiguas colonias britá- nicas, en EEUU el consumo de té siempre ha ido por detrás del consumo de café. Fue sin embargo en este país donde tuvieron lugar dos inventos relacionados con el té y que han tenido alto impacto sobre su consumo en el mundo occidental, curiosamente ambos el mismo año, 1904: nos referimos al envasado de las hojas en bolsitas y a la utilización del té con hielo (Wang, 2011).

REVISTA ESPAÑOLA DE DROGODEPENDENCIAS 
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