Tráfico de drogas en México: desde la próxima distancia (III)
Amando Vega Fuente
Profesor de la Universidad del País Vasco
INTRODUCCIÓN II
El tráfico de drogas es un fenómeno mundial
que adquiere mayor fuerza cuando su responsabilidad
queda en manos, por una parte,
de las personas que producen y comercian
con las diferentes sustancias y, por otra, de las
fuerzas policiales encargadas de combatirlos.
Esta mirada estrecha de un fenómeno complejo
contribuye a que los traficantes campen
a sus anchas por el mundo sin que el negocio
desaparezca con las detenciones, pues resulta
muy fácil sustituir a unas personas por otras,
cuando tantos beneficios aporta este negocio
mundial ( Maldonado, 2005).
Dentro de este fenómeno mundial, en
cada país adquiere el “narcotráfico” unas
características especificas cuyo conocimiento
ayudará a comprender esta cuestión en toda
su complejidad, y sus implicaciones particulares
en cada lugar. En México, por ejemplo,
son visibles diversos elementos que pueden
ayudarnos a una mejor comprensión de lo
que allí sucede, como los narcocorridos que
aquí comentaremos.
La entrevista al escritor mexicano E. Mendoza
(García, A. (2008), con motivo de su
novela Balas de plata sirve aquí de acicate para
reflexionar sobre este fenómeno no ajeno a
nuestra sociedad. La frase que encabeza esta
entrevista «La delincuencia significa progreso
para la juventud mexicana» constituye una
provocación que a nadie puede dejar indiferente.
Este profesor analiza la realidad del
tráfico de drogas en México y no tiene reparo
alguno en asumir la etiqueta de “narcoescritor”.
Él creció en ese entorno desde niño, “
viendo la facilidad con que se notan los grupos
organizados. No es que uno se acostumbre
pero es imposible ignorarlos”.
Los Gobiernos latinoamericanos, de todas
formas, comparten el objetivo de acabar con
el narcotráfico, pero se encuentran divididos
a la hora de encarar el problema. Ineficaces y
contraproducentes son las políticas seguidas
en EE UU, Europa y Latinoamérica contra
el tráfico de drogas, según el Internacional
Crisis Group (ICG), debido en gran parte a
la descoordinación de las acciones, que “han
ido funcionando a favor de las redes”, según
advierte Mark Schenider, vicepresidente de
este grupo de trabajo ( País, 2008).
Pero hay algo mucho más preocupante.
Según denuncia el ICG en su informe de 2008,
la política de erradicación de hoja de coca “casi
siempre está acompañada de violaciones a los
derechos humanos”. El organismo subraya
que las fuerzas paramilitares que intervienen
en las operaciones —la fumigación de los
cultivos o la destrucción de las plantas desde
el suelo— generan “movimientos antigubernamentales”
en las zonas donde se practican.
“Las fumigaciones aéreas ponen en marcha
un círculo de destrucción humana social y
medioambiental que ha exacerbado los conflictos
sociales en Colombia, Perú y Bolivia”,
señalan. Según el ICG están fracasando tanto
las políticas de erradicación de los cultivos
como la de frenar la demanda de consumo,
especialmente en los tres grandes mercados
mundiales: Estados Unidos, Europa y Brasil
(Transnational Institute, 2007).
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