martes, 9 de agosto de 2016
Bebidas energizantes III: EPIDEMIOLOGÍA
Bebidas energizantes III: EPIDEMIOLOGÍA
Benjamín Climent Díaz, Marta C. Cancino Botello y Anka Dragoi
Unidad de Toxicología Clínica. Servicio Medicina Interna. C. Hospital General Universitario de Valencia
Aunque las bebidas con efectos estimulantes han estado presentes desde el siglo XIX, las bebidas energizantes iniciaron un proceso expansivo en el mercado en la última década del siglo XX, generando desde entonces una rápida difusión comercial de múltiples productos en todo el mundo, proceso que continúa en crecimiento con un volumen de ventas enorme (Wolk, Ganetsky, Babu, 2012). En los últimos tres años, según datos recogidos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Bebidas Analcohólicas (ANFABRA), y de la agencia Internacional Zenith, la producción total de refrescos, incluyendo bebidas para deportistas, energéticas y otras categorías minoritarias, gira en torno a los 4.200 millones de litros anuales, de los que casi el 99% se destina al mercado nacional. Hace 10 años, la producción estaba en unos 2.800 millones de litros, lo que supone un crecimiento durante la última década de más del 50%. (http://www. zenithinternational.com/reports_data/146/ Global%20Energy%20Drinks%20Report, www.marketingnews.es). En Alemania, Inglaterra, España y Austria, las bebidas energizantes son de venta libre y no están restringidas, mientras que en países como Francia, Dinamarca y Noruega, solo se pueden adquirir en farmacias. La Unión Europea obliga a los estados miembros a etiquetar las botellas o latas con líquidos energéticos que contengan más de 150 mg. de cafeína por litro, informando al consumidor que son bebidas con alto contenido de cafeína (Roussos et al., 2009). La mayoría de consumidores de bebidas energizantes solas o mezcladas con alcohol son adolescentes y adultos jóvenes menores de 35 años (Heckman et al., 2010). Estadísticas norteamericanas reportan que hasta un 56% de los estudiantes de instituto, consumieron una bebida combinada en el último mes (Wolk, Ganetsky, Babu, 2012). Representan el 8.8% del total de bebidas azucaradas que consumen los jóvenes. Un estudio en jóvenes alemanes, revela que el 53% del total había consumido bebidas energizantes y el 26% las consumía de forma regular (Seifert, Schaechter, Hershorin & Lipshultz, 2011). En España no se disponen de datos epidemiológicos sobre el consumo abusivo, patrones del mismo e incidencias secundarias a su abuso, pero los datos correspondientes a las ventas de este tipo de bebidas indican un consumo alto. Tampoco, hasta la fecha, existen datos sobre la incidencia del consumo de bebidas energizantes mezcladas con alcohol en la población española, sobre todo en los adolescentes y adultos jóvenes, teniendo en cuenta, que las repercusiones que tiene sobre la salud, deben motivar el interés no sólo de los profesionales sanitarios (Burillo-Putze, Mesa Fumero, 2012), sino de las competencias de las autoridades públicas, por el impacto socio-económico que esto implica.
REVISTA ESPAÑOLA DE DROGODEPENDENCIAS
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