El consumo de drogas en los adolescentes inmigrantes: implicaciones para la prevención (VII)
M. Ángeles Luengo, Paula Villar, Jorge Sobral, Estrella Romero, José A. Gómez-Fraguela
Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología. Universidad de Santiago de Compostela
Consistentemente con esta orientación y
de acuerdo con el trabajo de Berry (1980,
2003), se han propuesto cuatro “estrategias de
aculturación” que los sujetos inmigrantes adoptan
para afrontar el supuesto choque entre la
cultura de procedencia y la de acogida:
a) Integración o biculturalismo, que refl eja
una implicación activa en ambas culturas y
se caracteriza por actitudes positivas hacia
ambos contextos culturales, el de origen y el
de acogida.
b) Asimilación, cuando un individuo adopta
los parámetros culturales de la sociedad de
acogida y rechaza, desprecia o no mantiene
conexiones con su cultura de origen.
c) Separación o retirada, cuando se desea
mantener y se idealiza la cultura de origen y se
manifi esta disgusto o rechazo ante el entorno
de acogida.
d) Marginación/alienación, estrategia en la
que predominan actitudes negativas hacia ambos
entornos culturales; se rechaza la cultura
de origen y existe una escasa participación en
la nueva cultura.
En diferentes estudios (Berry, 1997; Berry
y Kim, 1988; Montreuil y Bourhis, 2001) se ha
encontrado evidencia de que las estrategias
de aculturación tienen importantes relaciones
con la adaptación. La estrategia de integración
o biculturalismo es la que parece ser más
adaptativa, sin embargo los resultados no son
del todo consistentes. Por ejemplo, Rudmin
(2003) ha señalado que todos los tipos de
aculturación conllevan difi cultades, estrés y
otras consecuencias negativas.
La aculturación puede ser un factor de
riesgo por dos razones, por una parte puede
introducir y reforzar conductas de la cultura
dominante que causan confl ictos de valor con
la cultura de origen, y por otra, puede generar
estrés cuando el individuo intenta resolver las
diferencias culturales en confl icto. La aculturación
puede debilitar los vínculos con las fuentes
de apoyo tradicionales, sin que el individuo
tenga las habilidades sufi cientes para sustituir
esas fuentes de apoyo por otras en la nueva
cultura. La tensión generada por encontrarse
en un entorno poco familiar se asocia con
un sentido de pérdida cultural y una falta de
pertenencia que puede llevar al aislamiento
social y a conductas de riesgo, entre ellas al
consumo de alcohol y otras drogas.
En relación a los adolescentes, diversos estudios
han hallado que los jóvenes inmigrantes
con una mayor inmersión en los parámetros de
la nueva cultura y pérdida de los valores de la
suya de origen (es decir, que siguen un patrón
de asimilación), tienen mayores tasas de consumo
de sustancias (Epstein, Dusenbury, Botvin
y Díaz, 1996; Vega y Gil, 1998), problemas de
conducta o delincuencia (Szapocznik et al.,
1980; Vega, Zimmerman, Warheit, Apospori
y Gil, 1993), depresión, sentimientos de soledad
y alienación (Suárez, Fowers, Garwood
y Szapocznik, 1997) y otros problemas de
salud. Por el contrario los jóvenes que adoptan
una estrategia de integración de ambas
culturas (integración/biculturalismo) parecen
tener tasas más bajas de estos problemas y
niveles mayores de competencia y estilos de
logro (Birman, Trickett y Vinokurov, 2002). La
investigación sobre proceso de aculturación y
consumo de sustancias también ha apoyado
que el mantener el apego y permanecer
arraigado a la cultura de origen actúa como
un factor protector del consumo de drogas
en los pre-adolescentes (Gil, Wagner y Vega,
2000; Marsiglia y Daley, 2002).
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