viernes, 23 de diciembre de 2016

Objetivos psicoterapéuticos e intervención integral en dependencias sentimentales (III): PROPUESTA DE ACTUACIÓN INTEGRAL EN DEPENDENCIAS SENTIMENTALES


Objetivos psicoterapéuticos e intervención integral en dependencias sentimentales (III): PROPUESTA DE ACTUACIÓN INTEGRAL EN DEPENDENCIAS SENTIMENTALES
María de la Villa Moral Jiménez* y Carlos Sirvent Ruiz**
* Universidad de Oviedo ** Fundación Instituto Spiral (Madrid y Oviedo)

Nuestra propuesta de intervención psicosocial
en dependencias sentimentales en las relaciones
de pareja se orienta al entrenamiento
en adquisición y/u optimización de habilidades
relacionales, estrategias comunicativas y competencias
emocionales (asertividad, control
emocional, autorregulación, confiabilidad, canalización
de impulsos, gratificación prolongada,
etc.) tanto a nivel terapéutico individual como,
sobre todo, en terapias grupales. Todo ello enlaza
directamente con la inteligencia emocional
(IE) intra e interpersonal (Gardner, 2003, 2008;
Goleman, 1995, 2006; Mayer & Salovey, 1997).
Baste recordar la celebérrima definición de
inteligencia emocional aportada por Goleman
(1995, p. 89) en los siguientes términos: “capacidad
de reconocer nuestros propios sentimientos
y los de los demás, de motivarnos y de manejar
adecuadamente las relaciones” y reformulada
hasta conceptualizarla como (1998, p. 98)
”capacidad para reconocer nuestros propios
sentimientos y los de los demás, para motivarse
y gestionar la emocionalidad en nosotros mismos
y en las relaciones interpersonales”. Dado que un
análisis exhaustivo de esta temática concreta
excede nuestras pretensiones se remite a la
revisión de García-Fernández y Giménez-Mas
(2010) en la que se clasifican las propuestas
sobre inteligencia emocional en: a) modelos
mixtos (Goleman, 1995) en los que se incluyen
rasgos de personalidad como el control
del impulso, la motivación, la tolerancia a la
frustración, el manejo del estrés, la ansiedad,
la asertividad, la confianza y/o la persistencia;
b) modelos de habilidades (Mayer & Salovey,
1997) que fundamentan el constructo IE en
habilidades cognitivas para el procesamiento
de la información emocional que el individuo
ha de potenciar, en base a la práctica y, c) otros
modelos en los que se incluyen habilidades
cognitivas, rasgos de personalidad y otros
constructos adaptados a distintos ámbitos.
Resulta básico el entrenamiento en habilidades
de relación interpersonal, en destrezas
socioafectivas y en habilidades emocionales
intrapersonales como la asertividad, así como
en la aceptación de la identidad personal y
psicosocial de las personas con problemas
sentimentales, y relacionales por extensión,
con la superación optimizante de los conflictos
identitarios (identificación, ego rígido, ego
débil) y el fortalecimiento de la autoestima.
Específicamente, en un análisis comprehensivo
de los factores determinantes del constructo
dependencia emocional ha de incidirse en la
influencia de la identidad (dimensión evaluada
caracterosis) y de la autoestima que pueden
actuar como variables mediadoras de la
relación entre la inteligencia emocional y los
conflictos relacionales al nivel descrito. Así,
mientras una baja autoestima se asocia con
distorsiones de la identidad, sentimientos de
apatía y pasividad, los individuos con una alta
autoestima tienden a ser más resolutivos, con
mayores sentimientos de control sobre las circunstancias
y mayor ajuste emocional (Lefevre
& West, 1981). A este respecto, según Bishop
(2000), los déficits en autoestima se asocian a
comportamientos no asertivos. Por otra parte,
las personas asertivas ejercen autocontrol sobre
sus acciones y sobre su estado emocional,
hallándose relaciones positivas entre asertividad
y autoconcepto (Garaigordobil, Cruz y
Pérez, 2003) mediada por la autoestima social
como predictor de asertividad. Asimismo, las
habilidades para comunicarse actúan como
predictoras y mediadoras de la inteligencia
emocional intrapersonal, específicamente de
la asertividad (Kukulu, Buldukoglu, Kulakac &
Koksal, 2006).
Otra área de interés desarrollada en nuestra
propuesta de intervención consiste en intervenir
sobre el constructo locus de control. En
el perfil de los dependientes emocionales se
ha fundamentado la importancia de patrones
consistentes de locus de control interno/
externo y de los mecanismos de culpa intra
y extrapunitivos asociados con indicadores de
bienestar/desajuste psicológico con tendencias
ya sea a la manifestación de mayor estabilidad
en el caso del empleo del locus de control
interno o de mayor grado de agresión y dominancia
en el caso del externo (Österman,
Bjökqvist, Lagerspetz et al., 1999).
Los dependientes emocionales suelen
mostrar menos iniciativa en las relaciones
interpersonales, tienden a interaccionar con
un menor número de personas al focalizar su
atención en el sujeto del que dependen, lo cual
puede que suponga una menor frecuencia de
contactos sociales motivado por sus niveles
de dependencia. Todo ello estaría mediado
por sus déficits motivacionales, los desajustes
identitarios, su baja autoestima y otros descriptores
sintomáticos descritos. Recordemos que,
según Caballo (1997), podría hablarse de dos
estilos comportamentales: uno de ellos propio
de individuos que se comportan de forma
pasiva e inhibida no ejerciendo su derecho a
expresar sus ideas, opiniones, sentimientos
y necesidades para evitar posibles conflictos
y otro el de aquellos que hacen uso de un
estilo agresivo mediante el que no se toman en
consideración los derechos de los demás a ser
tratados con respeto. En este sentido, si bien
la conducta pasiva se encuentra relacionada
con sentimientos de culpabilidad, ansiedad y
sobre todo, con baja autoestima, mediante la
conducta agresiva se violenta la expresión de
las emociones e intereses propios. Específicamente,
en el caso descrito se ha constatado el
empleo de la manipulación y el chantaje emocional,
los juegos de poder, control y dominio
(véase Neidharet, Weinstein & Conry, 1989)
(recogido por Naranjo, 2008). Por tanto, en
nuestra propuesta de intervención a nivel
psicosocial el entrenamiento en mecanismos
de afrontamiento en las relaciones de pareja e
interpersonales también es básico. Se valora
que en el continuum entre sumisión y agresividad
se halla la asertividad como mecanismo
de autoexpresión franca y de responsabilidad
interpersonal.
A partir de la revisión de la literatura sobre
el tema, en el tratamiento de las dependencias
sentimentales resulta de sumo interés el
planteamiento de Sternberg (1986, 1987) formulado
en su célebre teoría triangular del amor.
A título ilustrativo se recoge su propuesta de
algunas fórmulas terapéuticas:
a) Comprender y apreciar el papel de las
historias en el amor.
b) Intentar deducir cuál es nuestra propia
jerarquía de historias.
c) Descubrir la jerarquía de historias de
nuestra pareja.
d) Considerar las similitudes entre nuestra
historia ideal y la historia que vivimos.
e) Intentar maximizar las características
positivas de las historias y minimizar las
negativas.
f) Ser conscientes de que a pesar de que
las historias nos condicionan a la hora
de escoger a nuestras parejas y mantener
relaciones, en ningún momento
las controlan. Está en mi mano decidir
quien será mi pareja.
g) Comprender que las historias influyen
tanto en los acontecimientos que tienen
lugar en las relaciones, como en
las interpretaciones de los mismos. No
existe una interpretación “correcta” de
los hechos.
h) Ser conscientes de que las historias se
escriben y reescriben constantemente.
i) Darse cuenta de que un determinado tipo
de historia puede contar con muchas
variaciones.
j) Comprender que es difícil, pero no
imposible, cambiar las historias.

REVISTA ESPAÑOLA DE DROGODEPENDENCIAS 

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