Efectos de la resaca sobre varios aspectos del rendimiento cognitivo
Referencia: Stephens R, Ling J, Heffernan TM, Heather N, Jones K. A review of the literature on the cognitive effects of alcohol hangover. Alcohol Alcohol 2008; 43:163-70.
Eduardo López Briz
Servicio de Farmacia. HU La Fe. Valencia (España)
CASP España
COMENTARIO
La resaca o, más técnicamente, veisalgia* es
definida por el Diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua como el “malestar
que padece al despertar quien ha bebido alco-
hol en exceso”. Esta definición, no demasiado
precisa clínicamente, puede ser mejorada en
este aspecto, como hemos visto más arriba,
pero el concepto intuitivo para el gran público
queda absolutamente claro.
Descripciones de la resaca aparecen ya en
textos egipcios o griegos e incluso en el Antiguo
Testamento (Wiese JG et al., 2000) y es
posible que su conocimiento sea tan antiguo
como el descubrimiento por el ser humano de
la fermentación espontánea de la miel o de la
ingesta de madroños maduros. La sintomatología,
considerablemente florida, es de sobra
conocida (Swift R and Davidson D, 1998):
fatiga, debilidad, sed, cefalea, mialgias, náuseas,
vómitos, gastralgia, insomnio, reducción de la
fase REM del sueño e incremento de la fase de
ondas lentas, vértigo, fotofobia, disminución de
la atención y de la concentración, depresión,
ansiedad, irritabilidad, temblor, sudoración,
taquicardia e hipertensión sistólica.
No es tan clara, sin embargo, la etiopatogenia.
La tabla 1 recoge algunos de los factores
relacionados con la sintomatología y evolución
de la resaca, pero la contribución relativa de
cada uno de ellos está aún pendiente de
aclarar.
Desde un punto de vista epidemiológico, la
prevalencia en sentido amplio es elevada. Más
de un 75% de personas comunicaron haber
experimentado resaca al menos una vez tras
haber bebido (Harburg E et al., 1993), y un
10% de hombres británicos mencionaron
haberla tenido en el trabajo al menos una
vez al mes (Crofton J, 1987). Sin embargo,
entre un 25% y un 30% de los bebedores
parecen resistentes a la resaca (Howland J
et al., 2008).
Se trata, por tanto, de un fenómeno frecuente
y que ocasiona cuantiosas pérdidas
económicas en términos de horas de trabajo
y de costes sanitarios, por lo que las aproximaciones
a su tratamiento o prevención están
sobradamente justificadas. Sin duda por esa
causa es tan abundante la información sobre
supuestos remedios milagrosos para la resaca
que puede ser encontrada en Internet. Los
ensayos clínicos de calidad son, sin embargo,
muy pocos y los resultados, tanto en profilaxis
como en tratamiento, pobres (Tabla 2).
La revisión de Stephens et al. resumida
antes (Stephens R et al., 2008) se centra en
un aspecto de la resaca intuido y constatado
empíricamente pero no cuantificado en ensayos
clínicos: su influencia sobre el rendimiento
cognitivo. Según citan los autores, sólo cuatro
revisiones anteriores habían abordado el
problema, pero desde ópticas puramente
enciclopédicas y escasamente críticas.
El trabajo de Stephens et al. es una oportunidad
perdida para haber zanjado el tema porque,
metodológicamente hablando, la revisión
es de dudoso valor. Las bases de datos en las
que se buscó (PSYCInfo y Web of Knowledge)
no aseguran la exhaustividad, y dejan al lector
con la sensación de que probablemente se
debiera haber buscado también en Medline
y Embase. Además, y como se ha adelantado
antes en parte, no se especifican los términos
usados en la búsqueda, el tipo de artículos que
se buscó o si se seleccionaron los idiomas de
los trabajos revisados. Estas características
constituyen la diferencia básica entre una
revisión sistemática y una revisión narrativa,
e introducen un sesgo importante haciendo
que las conclusiones deban ser tomadas con
cautela. Los propios autores son conscientes
del hecho y, a la vista de los falsos positivos
y falsos negativos obtenidos en la búsqueda
inicial en PSYCInfo, deciden buscar en otra
base de datos. No hay nada que objetar al
hallazgo de falsos positivos (estudios que no
medían rendimiento pero que aparecieron
en la búsqueda), completamente normales
en cualquier proceso de este tipo, pero los
falsos negativos (estudios que debían haber
aparecido en la búsqueda y que no aparecieron)
parecen hablar a favor de una estrategia
poco sensible. En conjunto, la explicación que
proporcionan Stephens et al. acerca de cómo
llevaron a cabo la búsqueda arroja serias dudas
sobre su imparcialidad.
La honradez intelectual de los autores los
lleva a discutir los sesgos de los resultados,
tanto en los estudios de laboratorio como en
los pragmáticos, para acabar concluyendo que,
como casi siempre, hacen falta más estudios
para elucidar el verdadero papel de la resaca
en la disminución del rendimiento cognitivo.
* El término veisalgia tiene su origen en la expresión
noruega kveis (“malestar tras la disipación”) y la
palabra griega algos (“dolor”).
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